domingo, 1 de septiembre de 2013

01 de septiembre: Nuestra Señora de las Cruces

Los escasos detalles que se conocen de la antigua talla de Nuestra Señora de las Cruces, desaparecida en 1936, provienen de cuadros de los siglos XVII, XVIII y XIX.

El hombre primitivo personalizó sus temores y sus alegrías y nació el hecho religioso que originaría la aparición de los dioses, y por encima de todos ellos, la idea de una Madre nutricia y fundamental, verdadera encarnación de la Naturaleza y protectora de todas las cosas de la Tierra.

Durante la Edad Media empieza a cristalizar el viejo concepto de la Madre de Dios.

Hasta el siglo XIII las Vírgenes fueron representadas sedentes, pero a partir de esta fecha se la esculpe de pie, bien de forma hierática, bien mostrando en sus pliegues de sus vestidos más soltura y libertad.

Técnicamente la Virgen de las Cruces pertenecería a las vírgenes de origen bizantino, a las cuales se les conoce con el nombre de “HAGIA THEOTOKOS” o “MADRE DE DIOS”. El punto de partida fue el Concilio de Éfeso (431) que exaltó la maternidad divina de la Virgen en el culto, la liturgia y el arte.

Es una Virgen con el niño mirando hacia nosotros, se le concede lugar preferente en el ábside, la cual evolucionará hacia la Vírgenes góticas que juegan con el niño. En este caso es al revés el Niño acaricia la barbilla de la Virgen.

La Virgen de las Cruces está esculpida en alabastro, como copia fiel de la talla del Siglo XIV, aproximadamente. pues sólo se conservan las cabezas de las dos figuras (Virgen y Niño):

• El rostro : es de color moreno, muy oscurecido. La cara esboza una sonrisa en un rictus de amabilidad, su sonrisa intenta dar confianza y proximidad, signo de cercanía hacia el fiel. Pero sin embargo no existe ninguna conexión o mirada entre Virgen y Niño, sólo la acaricia por parte del Niño hacia su Madre.

Existen varias teorías sobre el color moreno de la Virgen:

En la primera, el color negro es el símbolo de la tierra y por eso la Virgen , fuente de la vida tenía que ser representada con ese color.

Existe otra teoría realizada por un alquimista, que dice: “Antaño las cámaras subterráneas de los templos servían de morada a las estatuas de Isis, las cuales se transformaron con la introducción del Cristianismo…” Aquí nos muestra uno de los orígenes de nuestras vírgenes, como es el origen en la Edad Antigua en Egipto. (El color de las estatuas de Isis serían oscuras).

• Corona : la corona es uno de los atributos más destacados de las Vírgenes medievales, como afirmación de su realeza sobre todo lo creado. La iglesia reafirma el carácter real de la Virgen , como se expresa en el rezo del Rosario.

• Manos : son grandes y abiertas, desproporcionadas con respecto al cuerpo, cualidades muy repetidas en el período que estudiamos, pues las manos eran la principal herramienta de trabajo, garantía de la vida de los campos, hombres y animales. El Niño Jesús va colocado sobre el brazo y la mano izquierda, mientras que la Madre suele sostener en su mano derecha un cetro o un lirio, en este caso sostiene un cetro o bastón de mando como símbolo de Alcaldesa perpetua de la ciudad de Daimiel.

• Vestido : (de la talla), la imagen lleva una túnica abotonada desde el cuello a la cintura y, pendiente de ésta, un ceñidor o correa, tiene dobles mangas que, lo mismo que el vestido, están armoniosamente plegadas, no así, la capa que la cubre por detrás, que es excesivamente rígida. Se advierte la pierna izquierda algo adelantada, sobresalen las puntas de los pies sobre la peana. El color del vestido y de la capa es verde, el mismo que tuvieron y aún tienen muchas representaciones de la Virgen , consideradas generalmente como ejemplos de iniciación, casi todas del período gótico. Éstas eran vestidas comúnmente con túnica de largos pliegues (acanalados), que expresa la modestia, la serenidad y el recogimiento, con toda la hermosura de la más hermosa mujer y toda la dignidad de la afectiva Madre de Dios.

Desde el siglo XVIII se reviste de telas hasta adoptar la forma tradicional. Una peluca acrecienta aún más el barroquismo de su figura.

• El Niño ; Está sentado sobre el brazo de su Madre y extiende la mano derecha para acariciarle la barbilla, con la izquierda sostiene una pequeña bola con un crucifijo en la parte superior, representando el mundo, y simboliza la idea de Jesús hombre y salvador, Señor de la toda la tierra, a la que redime con su muerte y resurrección.

La Virgen de las Cruces, como todas las imágenes que le son similares en tiempo y estilo, muestra una acusada verticalidad que se corrige por la expresión del rostro y la idealidad de todo su contorno. Representa a una mujer en el momento feliz de su condición de madre. Su mirada dulce y enigmática, cualidad que se acentúa por la expresiva pequeñez y encanto de la boca, que se dirige al que la contempla, transmitiendo efusión y esperanza.

A sus pies siempre está la Luna como símbolo de fertilidad, y por otro lado se le ha atribuido a supuestas luchas victoriosas contra presuntos infieles.

La imagen que se venera en nuestros días no conserva de la original, destruida en 1936, más que las cabezas de la Virgen y del Niño, y aunque la reconstrucción se hizo cuidando al máximo las semejanzas con la antigua, no se puede asegurar que ésta sea rigurosamente idéntica. Con todo, si se perdieron tal vez detalles puntuales, se logró dar a la imagen el ambiente idealista y fervoroso del estilo gótico.

A modo de curiosidad, en el mundo del Arte los colores tienen un significado. Y los colores de los trajes de la Virgen de las Cruces son de diferentes tonos por lo que se puede establecer una similitud con los principales colores, tales como el Blanco, Azul, Morado y Verde.

Blanco : Es el color bueno, de la pureza, relacionado con las fiestas de la Virgen y los Santos. Por el efecto de la alquimia significa Purificación.

Verde : Tiene doble significado. Desde lo profano la vida material, la vida en la tierra, en el pecado. Y desde los sagrado representa la esperanza, lo que va a venir.

Azul : Está relacionado con lo blanco, representando el amor espiritual del cielo, lo inmutable, (color de la Virgen ), e incluso a veces la alegoría de la Virgen es el azul del cielo.

Morado : (Igual que el color rojo). Recuerda el martirio, la pasión humana pero con un carácter más divino, más espiritual.


Aparición de la Virgen

Como otras Sagradas Imágenes de nuestro país, Nuestra Señora de las Cruces también tiene una historia-leyenda sobre la aparición de la Virgen Maria a un muchachote.

La Historia-Leyenda de la aparición de la Virgen se puede resumir así:

Un mozo muy joven, vecino de Moral de Calatrava, iba camino de un molino harinero a moler trigo mandado por su padre. Al pasar por el lugar donde se encuentra el Santuario, la mula que llevaba tropezó y calló al suelo, rompiéndose las vasijas donde llevaba depositado el trigo y al agua para beber.

Tal fue su angustia que pidió ayuda a la Virgen Maria , la cual se apareció, consolando a la criatura; obro un milagro, que fue el de molerle el trigo y cargárselo en unas nuevas vasijas. La Virgen solo le pidió al mozo que fuese al pueblo más cercano a pedir la construcción en ese lugar de un templo en su honor.

Para ello, el mozo se acercó a Torralba, pero viendo que no le hacían caso se desplazó a Daimiel, pueblo que creyó al muchacho y cumplió con el deseo de la Virgen Maria.

Reproducimos a continuación un documento de las Relaciones Topográficas de 1575 (405) , en el que se comenta la aparición de la Virgen en el lugar en el que hoy se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de las Cruces, de manera mucho más exacta y extensa.


Descripción de la imagen

Como se ha comentado en el apartado de la Historia de la Sagrada Imagen , la actual talla no es la que existió antes de la Guerra Civil Española.

La Imagen anterior comenta el escritor Don Antonio Blázquez era del siglo XIV, de mármol y colocada de pie, tenia al Niño en su lado izquierdo, acariciando con su mano la cara de su Madre. El señor Hervás escribió lo siguiente: Es la imagen de soltura y túnica ceñida, sujeta con correa que le cuelga hasta tocar sus extremidades.

Con estas dos descripciones y la información de Doña Maria Pinilla se hizo la nueva Imagen al finalizar la guerra, que corrió a cargo del escultor valenciano Don Lázaro Guimiel.

La Sagrada Talla de Nuestra Señora de las Cruces sin vestiduras representa a una figura femenina de joven aspecto que está de pie y que tiene al Niño sobre su brazo izquierdo. Se encuentra vestida con una túnica de anchos pliegues de color verde oscuro y con un ceñidor de color oro viejo. El Niño, sentado sobre el brazo izquierdo de la Madre , esta desnudo aunque tiene un paño de pudor del mismo color que la túnica de su Madre, teniendo su mano izquierda extendida y la mano derecha acariciando la barbilla de la Virgen. Le cuelga desde los hombros de la Virgen una capa de un color verde-dorado. Tales prendas no dejan ver los pies de la Imagen.

Es una talla realizada en alabastro salvo la cabeza de la Virgen y del Niño que son las originales de la talla antigua, y se piensa que es madera.

Hay que destacar que representa a la Virgen Maria con severa dignidad pero se compagina con la dulce sonrisa que anima las fracciones de su Santo rostro. Éste tiene los ojos bien abiertos, la boca, muy pequeña, que configura la amabilidad que antes hemos comentado, la barbilla esta redondeada y la nariz es correcta con señales de algún golpe.

La cara del Niño no está dotado de esa gracia particular que posee su Madre siendo éste de una seriedad mas tangible.

Pero realmente la Sagrada Imagen de la Virgen de las Cruces no la observamos así ya que va cubierta de unos preciosos vestidos. Desde el siglo XVII, con motivo de la moda barroca, se reviste adoptando su forma tradicional.

Las partes que se observan de la Imagen son el rostro y la mano derecha de la Virgen y la cabeza y manos del Niño Jesús. El resto se reviste por un manto y túnica para la Virgen , un traje para el Niño Jesús, todo del mismo color. Lleva además una peluca, que acrecienta su barroquismo, cubierta de una mantilla. En su mano derecha sujeta un cetro y el Niño lleva un “Mundillo”. La cara de la Virgen va bordeada por el Rostrillo. Sobre las cabezas de ambas imágenes se coloca una corona.

Destacar que colgado del corpiño de la Virgen lleva el bastón de Alcaldesa Mayor de Daimiel.

La Virgen de las Cruces cuenta con un buen número de vestidos, que se van cambiando según tiempos litúrgicos y festividades, y muchas otras joyas que devotos han regalado por su cariño y fe.


Historia del Santuario de Nuestra señora de las Cruces

A través de estas líneas vamos a tratar de conocer algo más acerca de la iglesia y el Santuario de Nuestra Señora de las Cruces.

Es difícil, sin manejar documentación de archivo intentar trazar la historia, el devenir a través de los siglos del Santuario de nuestra Patrona. Sin lugar a dudas, será la documentación de archivo la que nos ayude a aportar nuevos datos acerca de la construcción y las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos en el Santuario. Lo que haremos por tanto, será recurrir a las fuentes escritas que ya hay publicadas de otros autores que en momentos distintos de la historia se ocuparon, aunque muchas veces de manera somera, de escribir sobre la Virgen de las Cruces o su Santuario. Contamos con documentación desde 1575, para posteriormente avanzar hasta finales del XIX (con Inocente Hervás y Buendía) y comienzos del XX con Bernardo Portuondo; todos ellos, en mayor o menor medida nos han dejado noticias acerca del Santuario tal y como lo vieron en su época.

Como decía, estas fuentes ya publicadas y de obligada consulta, nos hacen remontarnos (las más antiguas) al año 1575, cuando se redactan las Relaciones de los pueblos de España mandadas hacer por Felipe II. De la interesante descripción que se hace de nuestro pueblo, podemos encontrar una copia versificada de un relato escrito por un devoto de la Virgen en el año 1560, sobre la leyenda de la aparición de la Virgen a un muchacho en el año 1465. También encontramos aquí las primeras referencias acerca de la ermita del santuario.

Gracias a lo aquí escrito sabemos que el sitio de la Tamarosa (hoy en término de Torralba), paraje donde se ubica el santuario, perteneció al término de Barajas, que una vez despoblado se dividen sus términos y ésta dehesa se declaró comunal entre los términos de Daimiel y Torralba. Después de la aparición de la Virgen y la erección de la primera ermita por parte de Daimiel, la devoción a la Virgen de las Cruces se hizo muy popular entre los dos pueblos. Por parte de Torralba también se levantará una ermita a los pies de la edificada por Daimiel, pero al final las disputas cada vez más frecuentes entre los dos pueblos, y los pleitos sobre el derecho y la jurisdicción entre uno y otro ayuntamiento, hicieron que finalmente Torralba abandonara su ermita, pudiendo todavía contemplarse las ruinas en el sitio donde siglos atrás se levantó: se conservan dos muros perimetrales, en los que es visible la huella de los arranques de los arcos, al mismo y tiempo que se observan los vanos de las ventanas que iluminarían el interior de la construcción.

Retomando de nuevo las Relaciones se nos dice que “la fundación de esta ermita parece según es público y notorio en esta villa que se fundó por un milagro que acaeció…”. También se hace referencia en este texto a que la ermita se encuentra a unas dos leguas de la villa de Daimiel, y se encuentra fundada la mitad de ella o más en el término común que tienen Torralba y Daimiel en el pasto, como anteriormente decíamos antes el paraje de la Tamarosa.

La ermita que hoy contemplamos no es, como es lógico, la construcción original. En el último cuarto del s. XVI ésta era “muy principal hecha de mampostería de cal y canto”. La imagen de la ermita a finales del siglo XVI era sin duda más cercana a la original que lo que nosotros vemos hoy día. Se trataría en origen de una pequeña construcción con muros de tapial y mampostería con una cubierta de madera. Esta tipología se mantendría seguramente sin cambios notables hasta el siglo XVII, momento en el que empiece a sufrir una remodelación bajo el prisma del barroco, configurando el aspecto que presenta en la actualidad. Será por tanto el barroco el estilo artístico que más huella deje, tanto en la ermita, por la serie de modificaciones que sufrirá en cuanto a la fábrica y a la decoración, como en la propia imagen de Nuestra Señora, que también se verá afectada por la moda barroca, y es que será el momento en el que siguiendo las premisas de ese gusto barroco se vista la magnífica talla medieval de la Virgen de las Cruces, presentando un aspecto sustancialmente distinto al que tenía en origen.

Si hablamos de las modificaciones barrocas que afectan a la ermita, éstas van a afectar tanto a la planimetría como a la decoración. El esquema constructivo responde a las tipologías del barroco clasicista. Se configura la ermita mediante una pequeña nave, con unas pequeñas capillas laterales; una pequeña decoración en yeso a modo de pilastras y un entablamento corrido por toda la nave principal a la altura del arco que da acceso a las capillas laterales. La cubierta de esa nave principal, será al igual que las construcciones de este tipo una bóveda de cañón con lunetos y una pequeña cúpula en el crucero que no destaca en planta. La cúpula se decora con pinturas de los evangelistas en el cascarón y decoración de yeserías, al igual que sucede en las pechinas de la cúpula. En el presbiterio se encuentran tres lienzos, el más grande sobre la hornacina de la imagen de la Virgen de las Cruces parece representar la Ascensión ; aunque muy maltratados por el tiempos y con gran suciedad acumulada por el polvo y barnices, esperemos que su pronta restauración les devuelva parte de su esplendor.

Como elemento característico de este tipo de construcciones barrocas, y como una creación netamente española, vamos a encontrar el camarín. Unas construcciones no siempre apreciadas en su justa medida, pero que por si mismas constituyen una de las creaciones más interesantes del mundo barroco. Esta construcción adosada a la cabecera de la iglesia en el lado del evangelio, va a pasar a ser la habitación de la Señora , donde se guarden sus joyas y vestidos, al tiempo que también va a albergar todas aquellas ofrendas y exvotos que los devotos entregan a la Virgen solicitando algún favor.

Si antes comentábamos que en el lado del evangelio de la ermita se va a situar el camarín, será en el lado de la epístola, junto a la actual entrada, es donde encontramos el gran patio porticado que sirve de marco y antesala a las celebraciones relacionadas con el culto a la patrona, fundamentalmente las romerías. La creación de estas estructuras también tiene mucho que ver con la cultura barroca, por lo que tiene de aspecto lúdico y de exaltación. En la parte baja del patio vemos como los soportales se articulan con arcos de medio punto de ladrillo sobre los que se sitúa la galería superior, en este caso adintelada. Ambas galerías van a dar acceso a una serie de habitaciones que se van a utilizar tanto por los visitantes, romeros o por la hermandad de la Patrona.

La fachada principal de acceso al Santuario, va a tener mucho que ver con la arquitectura popular de nuestra zona: en la actualidad al encontrarse desprovista de su capa original de revoco (un aspecto fruto de una intervención a finales de los años 70), protección para un material pobre como es la mampostería, nos sirve para poder ver cual es su técnica constructiva. Esta práctica de desvestir los paramentos murales de nuestras construcciones populares realizadas tanto con tapial y mampostería, como es este caso, es una actuación cada vez más habitual, pero muy alejada de lo que los arquitectos y alarifes pretendían conseguir, nuestra arquitectura siempre estuvo revestida y encalada, no como hay veces que nos hacen entender, desvirtuando la imagen original de nuestros monumentos.

El Santuario como hemos visto presenta una imagen distinta de aquella primitiva, originaria, esto es un hecho habitual debido al paso del tiempo, son los distintos estilos y gustos de cada época los que van marcando la pauta y la historia de nuestras construcciones, añadiendo, modificando o eliminando elementos, unas veces de una manera más acertada que otras. A pesar de estas transformaciones, la imagen que presenta el Santuario, tanto ermita, patio y el propio paraje, un precioso entorno natural que invita a pasear y a acompañar a la patrona en su romería, no hacen sino crear un marco verdaderamente homogéneo que aúna tradición, historia y devoción que desde tiempo inmemorial se viene ofreciendo a la imagen de nuestra Virgen de las Cruces.

(fuente: www.virgendelascruces.org)

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