Roma es la cuna de la devoción aracelitana. En la cumbre del Capitolio, una de las famosas siete colinas de la Ciudad Eterna, se encuentra la bellísima basílica de Santa Maria "in Ara Coeli". En este antiguo templo, regido por la Orden Franciscana desde el año 1250, es venerado por los romanos el icono, -una imagen pintada sobre una tabla- de origen probablemente bizantino, de la que es Copatrona de la ciudad, la "Madonna d'Ara Coeli".
Relata la tradición que a principios del año de 1562, don Luis Fernández de Córdova y Pacheco, alcaide de los Donceles, marqués de Comares y señor de Lucena, estando en misión diplomática en Roma, quedó prendado de la belleza de este nombre de tal modo que decidió regresar a la cabecera de su señorío con una imagen advocada a Araceli: Altar del Cielo.
La escultura tiene una altura de 160 cms. y muestra a Nuestra Señora vestida con una hermosa túnica de color carmesí, posando sus pies sobre una nube con cabezas de querubines. Desde el siglo XVII y siguiendo la moda de aquella época la imagen se viene vistiendo con ricos mantos y adornos.
Embarcado con la imagen de Nuestra Señora en el puerto de Civitavecchia, arribó a las playas españolas de Alicante a mediados del mes de abril del referido año de 1562.
Narra el historiador lucentino don Jerónimo Roldán y Cárdenas que aproximándose el cortejo del Marqués a Lucena por el viejo camino de Granada, al llegar al lugar donde hoy se halla la Primera Cruz, se desencadenó una terrible tormenta que dispersó a la comitiva, perdiéndose en la espesura de la Sierra de Aras la caballería que portaba la caja en donde se guardaba la imagen de la Virgen. El hallazgo del animal al día siguiente, echado en la cima del monte, en el lugar donde hoy se encuentran las tres cruces, justifica -según la tradición- el emplazamiento del Santuario en aquel lugar.
La primera noticia documental de la presencia de la imagen de Maria Santísima de Araceli en Lucena corresponde a un acta municipal de fecha 27 de abril de 1562, en la que consta el acuerdo de que se preparen los tambores para el recibimiento de Nuestra Señora. Aquel mismo año, no más de tres de meses después, se anota el regreso de la Virgen a su santa Casa.
En 1563 ya se había constituido la Cofradía, celebrando en el Santuario la fiesta de Nuestra Señora, siempre el primer domingo de mayo de cada año.
La Virgen se hallaba entonces -según antiguas memorias de los capellanes aracelitanos- en una pequeña ermita situada donde en la actualidad se encuentran las tres cruces de piedra, culminación de la vía sacra que se inicia en la Primera Cruz.
La devoción a tan bellísima Señora arraigó tempranamente entre los habitantes de Lucena y de la amplísima comarca que tiene como centro la cumbre de la Sierra de Aras. En documentos conservados desde el siglo XVI constan las frecuentes rogativas y funciones de acción de gracias a la ya desde entonces proclamada como Patrona y Abogada de Lucena, a la que recurrían en sus penalidades las gentes del campo andaluz.
Junto a la figura del capellán, con que siempre contó este Santuario para la atención del culto a Maria Santísima, aparecen a lo largo de los siglos y hasta tiempos recientes, las de los hermanos sirvientes de la Virgen, ermitaños que colaboraban con los mencionados clérigos capellanes y que realizaron una importantísima labor de difusión de la devoción aracelitana y de recogida de limosnas para los cultos y la mejora del Santuario. En este sentido cabe señalar que en 1600, ante el incremento de los devotos y lo multitudinario de las peregrinaciones, se iniciaron las obras de construcción del actual Santuario en el lugar donde se emplazaba una vieja atalaya militar desde donde se controló durante siglos la próxima frontera con el Reino de Granada.
En 1613 su Santidad Paulo V concedió a los cofrades de Nuestra Señora de Araceli bula de indulgencias, ratificada y ampliada por posteriores pontífices. La extensión de la devoción aracelitana corrió paralela a las mejoras artísticas y estructurales del Santuario a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Deseosos de alcanzar de las autoridades el reconocimiento del Patronato sobre la ciudad de Lucena -evidente desde los primeros tiempos de la llegada de la bendita imagen-, en 1792 el Ayuntamiento, el Clero y el pueblo solicitaron y lograron del diocesano de Córdoba, don Antonio Caballero y Góngora la ratificación del mismo: la del Rey, don Carlos IV, se logró poco después, en 1808; pero las acontecimientos en que se vio envuelta España prácticamente durante la mitad del siglo XIX dilataron el logro de la ratificación del Patronato por parte del Romano Pontífice, lo que se alcanzó de S.S. Pío IX el 14 de marzo de 1851, sancionando mediante su autoridad apostólica este Patronato, siendo desde entonces Patrona Única de la ciudad de Lucena.
Ya en el siglo presente, a partir de 1910 se iniciaron las gestiones tendentes a lograr de la Santa Sede la Coronación Canónica de la venerada Imagen. Muy avanzados los trámites, y ya elaborados las coronas de la Virgen y su Bendito Hijo, así como el manto blanco, la Guerra Civil impidió la culminación del proceso. Este se reinició hacia 1945 alcanzándose del Papa Pío XII la implorada gracia de la Coronación el 7 de marzo de 1947. Así, el 2 de mayo de 1948, con grandiosa solemnidad, presidiendo el cardenal Segura, arzobispo de Sevilla, con la asistencia del arzobispo de Granada y los obispos de Córdoba, Cádiz y Jaén, y representando al Jefe del Estado el ministro de Agricultura, fueron coronados el Niño Jesús y María Santísima de Araceli.
Haciéndose eco de los deseos de los labradores, el entonces obispo de Córdoba, fray Albino Menéndez-Reigada la proclamó en 1954 Patrona del Campo Andaluz, sobre el que Maria Santísima de Araceli ejerce desde hace siglos su benéfico patrocinio.
Acontecimientos
La devoción a María en la imagen y bajo la advocación de Araceli ha constituido en Lucena, a lo largo de más de cuatro siglos de existencia, un fenómeno de importancia capital para la formación del ser propio, la personalidad y la esencia de lo lucentino.
Reclamada innumerables veces por el pueblo creyente como socorro providencial e infalible en las necesidades y aflicciones; recordada también y siempre aclamada en todos los momentos cruciales, no necesariamente de carácter religioso, de la historia de Lucena; generadora de anchos y hondos sentimientos populares; acaso también protagonista de muchas otras menudas "historias" personales, ancladas en las más hondas intimidades y que sólo es posible percibir profundizando en el sentir del pueblo; fuente de inspiración directa o indirecta del Arte y de todas las artes; símbolo, en fin, aceptado y reconocido como auténtico y diferenciador de Lucena, Nuestra Señora de Araceli forma parte inseparable de lo lucentino, no con una presencia inmóvil y ajena a las mujeres y hombres que han construido y habitado este pueblo, sino formando parte palpitante de sus vidas.
- 1562: Llegada de la imagen de María Santísima de Araceli a Lucena
Según la tradición, la imagen de la Virgen de Araceli llegó a Lucena desde Roma en 1562, año en que don Luis Fernández de Córdoba, VIII alcaide de los Donceles y II Marqués de Comares viajó hasta allí junto al hidalgo Juan de Onieva. Habiéndose quedado prendado de la madonna de Aracoeli, que los franciscanos veneran en la basílica capitolina del mismo nombre, encargó una imagen para traerla a Lucena, cabecera de su señorío.
Embarcó en Civitavecchia a primeros de abril, arribando a Alicante el día 12 del mismo mes. Con fecha 25 de abril, el cortejo que portaba la imagen de la Virgen entró en tierras lucentinas. A llegar al lugar conocido como "Primera Cruz", se desencadenó una terrible tormenta. Las caballerías se dispersaron, perdiéndose en la espesura de la sierra de Aras, entre ellas la que llevaba la imagen de Nuestra Señora, siendo encontrada al día siguiente por los criados del marqués, en la cima del monte, en el lugar donde se halla emplazado el calvario que sirve de culminación al viacrucis de jalona la subida al Santuario. Entendiéndose en estas circunstancias un designio divino, se construyó allí una pequeña ermita en la que inmediatamente comenzó a recibir culto la venerada imagen.
En el Archivo Histórico Municipal de Lucena, en un libro de actas capitulares, se anotan los preparativos para recibir a la Virgen de Araceli:
"En Lucena 27 de abril de 1562 años se juntaron a Cabildo el muy magnífico Señor licenciado Antonio Cavero Balderrávano, Alcalde mayor, y los Señores Antón Ramírez de Burgos y Gonzalo Fernández de Miguel y Diego Fernández Rando y Juan Ramírez y el Jurado Lope de Porras, y así juntados se proveyó lo siguiente: (Entraron Pedro Márquez, regidor y Gaspar Hurtado jurado, y Lázaro Martín, regidor).
Cajas de tambores: Que Fernando Santaella, Mayordomo, dé las cajas de tambores aderezados como convenga para el recibimiento de Araceli".
- 1563: Fundación de la cofradía de Nuestra Señora de Araceli
En relación con la fundación de la cofradía aracelitana, en su obra "Tardes divertidas..." el historiador lucentino don Fernando Ramírez de Luque escribe: "que en un libro muy viejo donde están anotadas las primitivas memorias de misas y fiestas de la Parroquia de San Mateo y se guarda en el archivo de la comunidad de curas en cuya primera hoja se lee la lista de cofradías más antiguas de esta ciudad con la fecha de su fundación, a la de Araceli se le pone la fecha 20 de abril de 1563".
A partir de esta fecha se constata la celebración de la festividad de Nuestra Señora de Araceli el primer domingo de mayo.
- 1589: Primeras rogativas por causa de la sequía
El día 2 de abril de 1589, como consecuencia de la gran necesidad de agua, y en rogativa para que Nuestro Señor la enviase por mediación de su intercesora, la Virgen de Araceli, en sesión municipal el ayuntamiento de Lucena "acordó el postrero día de pascua se vaya por Nuestra Señora de Araceli y se traiga en procesión y se ponga en la iglesia del Señor San Mateo de esta villa y se le hagan nueve fiestas".
A dicha procesión de recibimiento se invitó a las comunidades de frailes dominicos y franciscanos, y a las cofradías del Santísimo Sacramento, de Nuestra Señora de la Asunción, de la Caridad, de la Nuestra Señora de la Cabeza; la de Nuestra Señora de la Paz, de la Inmaculada Concepción, de las Benditas Ánimas del Purgatorio, de la Virgen de la O, de Nuestra Señora de la Soledad y del Dulce Nombre de Jesús.
- 1603: La construcción del nuevo Santuario
Juan Moyano, regidor de la entonces villa de Lucena, en unas curiosas anotaciones que se conservan, escribe que el año de 1600 empezaron las obras de construcción de un nuevo Santuario, más capaz para la cada vez mayor devoción de los fieles a Nuestra Señora, que se construyó en el punto culminante del monte, en el lugar donde durante siglos estuvo emplazada una atalaya militar construida para controlar la frontera entre el reino cristiano de Castilla y el musulmán de Granada. El 8 de septiembre de 1603 se inauguró el nuevo templo con una solemne función religiosa.
- 1613: Bula de indulgencias para los cofrades de María Santísima de Araceli
El 5 de agosto de 1613, el papa Paulo V concedió "indulgencias plenarias y perdón de los pecados a todos los fieles de Cristo, de uno u otro sexo, que verdaderamente arrepentidos entrasen en dicha cofradía si en el día primero de su entrada recibieren el Santísimo Sacramento y a los cofrades de esta hermandad que verdaderamente arrepentidos , confesados y comulgados, visiten el oratorio y capilla de esta Hermandad en la primera domínica de mayo."
para más información, vistar www.virgendearaceli.com
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