Desafortunadamente para las naciones católicas, no toda Europa se unió contra el invasor. Los protestantes aún mantenían fuertes disputas con sus vecinos católicos, a quienes detestaban más que a los turcos. De hecho, el Imperio otomano había estado apoyando a gobiernos protestantes para debilitar a la cristiandad.
Ante este panorama tan adverso, Viena estaba a punto de rendirse al enemigo. El pueblo estaba temoroso y desesperado. De todas partes de las oraciones católicas del mundo se ofrecieron a la Reina del Cielo para que Ella intercediera y evitar este desastre. Así, Nuestra Señora no falló a su pueblo.
El rey católico piadoso y valiente de Polonia, Juan Sobieski, con un ejército aparentemente insuficiente para la contienda, con valentía marchó contra el enemigo. A pesar de que su ejército era pequeño en comparación con las multitudes que le esperaban, no había nadie más que pudiera acudir en ayuda de Viena.
Cuando Juan Sobieski apareció a la vista del campamento turco, antes de comenzar la batalla, ordenó a todo su ejército a celebrar una Santa Misa y él le pidió al celebrante que bendiga a toda la tropa.
Lleno de confianza en la ayuda de María Santísima, Nuestra Señora de las Victorias, el rey Juan Sobieski condujo a sus ya legendarios húsares alados en la cara del enemigo como un ejército de ángeles vengadores, lo que alteró a las formaciones enemigas y los hizo romper sus líneas.
El enemigo, a pesar de ser superior en número y recursos, dio media vuelta y huyó. El regocijo de los cristianos fue grande cuando en esta noticia se esparció, y de todas las oraciones fervientes de la cristiandad agradecieron a Nuestra Señora de las Victorias por su protección.
El Papa Inocencio XI conducía a la Iglesia Católica en aquel momento y puso toda su confianza en la Santísima Virgen María. Se había comprometido a instituir una fiesta en su honor, si se disuadía el ataque turco.
La famosa imagen de Nuestra Señora de las Victorias es la que el emperador Juan Zimiarnes y Juan Commenus llevaron en un carro triunfal después de haber sitiado el enemigo. La imagen está ahora entronizada y a ella acuden en Viena para obtener gracias de todo tipo
traducido por mallinista
(fuente: www.roman-catholic-saints.com)
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