Sobre las ruinas de la antigua Iglesia Catedral de Oreto levantaron los árabes robusta fortaleza, la que dándose la mano por el septentrión con el castillo de Bolaños y con Salvatierra por el mediodía, custodiaba el camino de Córdoba a Toledo y aseguraba la posesión y dominio del fértil y rico valle del Jabalón, desmantelado y derruido en el triste y aciago periodo en que La Mancha fue el palenque de la gigantesca lucha entre la Cruz y la Media Luna; cuando la victoriosa hueste que triunfó en las Navas se posesionó de estas históricas y venerables ruinas, para no abandonarlas jamás, fue su primer cuidado el consagrarlas a la Virgen María, a cuya protección atribuían, no sin fundamento, sus triunfos y victorias, y en su devoción y amor hallaba aquel pueblo tan creyente como guerrero la abnegación bastante para dar a todas horas su vida por su Dios y por su patria. En humilde rincón por fuertes muros formado habilitaron modesta capilla, dedicándola a Santa María, la que por el lugar en que era venerada recibió el nombre de Zuqueca.
Muchos de los cruzados que pelearon contra el musulmán y le vencieron en la batalla de las Navas se quedaron en La Mancha poblando los lugares que aquel hubo de abandonar; de los que se fijaron en Zuqueca fue Iglesia Parroquial el templo, consagrado a la Virgen María. Así el Papa Honorio II por su bula del año mil doscientos diez y siete concedió a D. Rodrigo Jiménez de Rada " todas aquellas Iglesias de ... Alarcos. . . de Zuqueca ... las que en su tiempo fueron arrancadas del poder sarraceno". A este objeto dice Rades: " hay una bula confirmatorio, en que el Papa Gregorio dice, que confirma la anexión, unión en corporación que Honorio hizo, anexando, uniendo e incorporando en el Arzobispado de Toledo, la Iglesia y lugar de Zuqueca: con las Iglesias y lugares de su circuito, para que la dicha Iglesia sea sufraganea de la Metropolitana de Toledo. Dice allí el Papa, que hizo esta unión e incorporación, por cuanto la Iglesia de Toledo, aunque había poseído por diócesis suya el dicho lugar de Zuqueca y su Iglesia, por tiempo inmemorial con todo eso le era perturbada la posesión por algunos, diciendo que Zuqueca fue ciudad, en cuya Iglesia hubo Obispo, en aquellos tiempos que se decía la ciudad de Oreto ". Estas discusiones hubieron de concluir en el siglo XIV, pues en sus últimos años fundó la Orden uno de sus prioratos, recibiendo el prelado e Iglesia de Toledo de su término el tercio del diezmo y el derecho conocido con el nombre de catedrático.
La población de Zuqueca fue de corta duración; en el siglo XV tenía ya el prior su residencia en Almagro, y en el siguiente fray Rodrigo de Villatoro, que a este cargo unía el de rector de San Bartolomé, solicitó del Capítulo General de 1.535; que en atención a que su renta era sólo de 32.744 rnaravedís se concediera al priorato el diezmo del Ejido. Destinados éstos como es sabido para ensanche y desahogo de los pueblos y comodidad de sus vecinos, sembrándose ya éste, nos declara la total y completa despoblación de Zuqueca.
D. Diego de Cabrera, comendador de Villarrubia e ilustre vástago de los marqueses de Moya, visitó en el año 1.519 los Santos Lugares, donde se efectuó nuestra rendenci6n, y trajo cierta porción de tierra del Sepulcro de la Santísima Virgen, la que depositó en la Capilla de los Mártires del Sacro Convento, consiguiendo de León X, para los fieles que la visitasen, las indulgencias y gracias que son concedidas a los que visitan su Santo Sepulcro en Jerusalén. Pero ordenado y regido el S. Convento como una fortaleza, istante de los pueblos del Campo, no era posible el que esta preciosa reliquia fuese venerada cual debía, ni era dado a los fieles el gozar, cual deseaban de las gracias concedidas. "Y con el objeto de aumentar en los fieles cristianos la devoción a la Bienaventurada Virgen María y a S. Bernardo, dice el Cardenal de Santa Cruz y Obispo de Sabina, y de las gracias espirituales concedidas puedan participar otros muchos, S. Santidad de viva voz y en la forma acostumbrada por la Iglesia concedió, que una porción de la tierra del Sepulcro de la V. Bienaventurada, que se custodia en la Capilla de los Mártires se lleve a la Iglesia de la V. María, Priorato de Zuqueca, de la Orden Cisterciense y Milicia de Calatrava, la que está situada a la orilla del Jabalón, distante seis millas de Almagro, para que todos y cada uno de los fieles de uno y otro sexo que en las festividades de la gloriosa V. María y de S. Bernardo que devotamente asistiesen a los Maitines y Misa, que allí se celebrasen, gozarían de las mismas gracias, indulgencias y remisión de pecados, concedidas a los que personalmente visitan en las dichas festividades el Sepulcro de la V. María al otro lado del Torrente Cedrón en la ciudad de Jerusalén y sobre el mismo Sepulcro oyesen Misa y Maitines.
El priorato de Zuqueca estaba incluido en los términos y pertenencias que la orden de Calatrava señaló al Moral, al hacer a este pueblo independiente; así es, que su justicia ejercía actos de jurisdicción civil y criminal tanto en la dehesa como en la Ermita. Nunca fue del agrado del concejo de Almagro,ni de los vecinos de Granátula, entonces aldea, esta para ellos extraña jurisdicción, siendo objeto por, lo tanto de acaloradas disputas, de reyertas frecuentes y competencias sin número sostenidas por la rivalidad en todo tiempo permanente de pueblos vecinos. El año 1.579 la discordia tomó grandes proporciones, pues reunido los pueblos comarcales el día del Angel, 1º de Marzo, a la celebración de la fiesta tradicional, no tardaron en surgir las cuestiones de etiqueta y encomendando cada uno de los dos pueblos la defensa de sus derechos a la fuerza, estalló la colisión entre sus vecinos, siendo impotentes los alcaldes pura evitar sus funestas consecuencias. Un muerto y varios heridos fueron el triste resultado de aquella contienda. El alcalde mayor de Almagro (conoció en esta causa, y entre otras penas impuso a los del Moral la de perder el derecho o preeminencia jurisdiccional que tenía en este, priorato; apeló el concejo del Moral de esta sentencia ante la chancillería de Granada, y ésta, por sentencia de 1º de Mayo de 1.581, anuló el fallo del alcalde mayor y reconoció a este pueblo su antiguo derecho "a hacer juntamente con el, Ayuntamiento y Justicia de Almagro, actos de jurisdicción civil y criminal en la Ermita de Zuqueca y su término. Los vecinos de la aldea de Granátula llegaron por segunda vez este reconocido derecho del Moral, y otra vez la audiencia de Granada hubo de conocer en este porfiado litigio la queen 15 de Julio de 1.600 ordenó "que se, hiciese, por las Justicias de Almagro y Moral el deslinde de sus términos, lo que se practicó a convenio de las partes, dividiendo la Dehesa denominada de Montanchuelos por mitad y reconociendo al ayuntamiento del Moral el derecho y preeminencia de entrar en la Ermita de Zuqueca y su término con vara alta de justicia, como entró ejerciendo actos de jurisdicción quieta y pacíficamente.
Los documentos arriba transcritos, así como un detenido examen de los libros sacramentales de la parroquia de Granátula anteriores al año 1.842 prueban cuan errados que anduvieron D. Mariano V. Siles en su Novena y el P. Joaquín Jara en su fantástico viaje por las Oretanias, al variar el primitivo y verdadero nombre de Zuqueca por el de Azuqueca. Nada hay tan comprobado como la legitimidad de su primer nombre desde 1.217 en que aparece por vez primera hasta nosotros.
Tomado del programa de festejos del año 94 de la Hermandad de Ntra. Sra. de Oreto y Zuqueca.
(fuente: www.mariologia.org)
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